Desde el lunes 29 de junio de 2022, hemos visto informaciones sobre la aproximación de un fenómeno metereológico a las costas de Venezuela, en dirección Este-Oeste (la temporada de huracanes en el Caribe generalmente ocurre entre junio y noviembre).
Informalmente ha sido llamado "Bonnie" —los nombres son designados de antemano cada año, como señala esta nota en inglés—. Pero para el momento en que publicamos esta nota (miércoles 29 de junio de 2022 al mediodía), es todavía un nombre extraoficial, como señala una fuente confiable: el meteorólogo venezolano Luis Vargas:
¿A qué llamamos "ciclón" o "potencial ciclón"? ¿Se trata de un fenómeno realmente extraordinario o amenazador? ¿Ha ocurrido algo así en Venezuela?
Conviene contextualizar y relativizar el uso de la palabra, incluso aunque los mensajes de alarma provengan de un jefe de Estado, como fue el caso de Nicolás Maduro (noche del 28 de junio), que anunció medidas especiales ante la prevista emergencia —totalmente lógicas, pues siempre es mejor prevenir que lamentar, sobre todo si esa prevención no es espasmódica sino estructural— y dijo estas palabras en cadena nacional:
"No se conocía un fenómeno como este sobre Venezuela; ha habido fenómenos atmosféricos naturales que nos han golpeado duro en los años 1980, 1993 o 1999, pero son fenómenos atmosféricos digamos que se se conformaban con la confluencia de sistemas; pero un ciclón que viniera a golpear las costas directamente de Venezuela, nuestra generación no lo conoce. Estamos buscando referencias; todos los estudios, todas las proyecciones dicen que esto es un fenómeno nuevo producto del calentamiento de los mares"
Lo que dice Nicolás Maduro sobre el calentamiento global no puede descartarse. También es probable que maneje información que no conocemos de manera pública.
Sin embargo, sobre la base de lo que sabemos de fuentes científicas y públicas hasta el momento, la declaración de Maduro no es totalmente cierta o comprobable.
Un ciclón no es necesariamente algo extraordinario. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC), una fuente autorizada, ni siquiera define el actual fenómeno en las costas venezolanas como un "ciclón", sino como un "potencial ciclón" (para la mañana del 29 de junio), es decir, algo que luego puede transformarse en uno de tres fenómenos de menor o mayor magnitud (depresión tropical, tormenta, huracán).
Veamos el glosario de otra fuente autorizada, la Unidad Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres del gobierno de Colombia:
Ciclón: El término general para todas las circulaciones ciclónicas en aguas tropicales (tormentas rotando alrededor de un centro en sentido contrario a las manecillas del reloj en el hemisferio Norte y lo contrario en el hem1sfeno Sur). Se aplica a las depresiones, tormentas tropicales y huracanes.
Depresión tropical: Ciclón tropical en el que el viento medio máximo en superficie es de 33 nudos o inferior (62 km/h o inferior). Es la etapa primaria de un ciclón tropical.
Tormenta tropical: Ciclón tropical bien organizado de núcleo caliente con vientos máximos en superficie entre 34 y 63 nudos (63 a 118 km/h).
Huracán: Ciclón tropical de núcleo caliente con vientos medios máximos en superficie de 64 nudos (119 kilómetros por hora) o superiores. Es la máxima etapa de los ciclones tropicales.
Todos estos fenómenos son habituales cada año en el Caribe y sus alrededores. Todos pueden ser llamados "ciclones". Venezuela no está libre de ellos, ni mucho menos.
Existe evidencia de un verdadero huracán que golpeó al Oriente de Venezuela en 1933, precisamente un 28 de junio, con vientos de hasta 175 kilómetros por hora, en la época en que todavía no existía la actual nomenclatura.
Hasta el momento de esta nota, según el Centro Nacional de Huracanes de EEUU y el propio Inameh venezolano (miercoles 29 de junio, 8:24 am), el "potencial ciclón" presenta vientos de un máximo de 65 kph, es decir, se trata de un fuerte candidato a tormenta tropical.
No hay evidencia científica de que se trate de un fenómeno nunca conocido en Venezuela, como afirmó Maduro, o que necesariamente deba atribuirse al cambio climático. Debemos esperar verdaderos estudios metereológicos por parte de organismos especializados en el tema para llegar a esas conclusiones.