¿El "Caracazo" fue también una creación del chavismo? Uno de los usuarios de la comunidad de EsPaja.com, Juan Planas, formuló una interrogante histórica compleja de contestar —como todos los fenómenos analizados por las ciencias sociales— en octubre de 2019, a través de la red social Twitter. El aniversario número 31 del inicio de las manifestaciones violentas de 1989, que se cumple este 27 de febrero, sirve de pretexto para aventurarse en una posible respuesta.
"El Caracazo fue tan espontáneo como el Bogotazo (Colombia, 1948), el Rosariazo, el Cordobazo (ambos en Argentina en 1969), el Limazo (Perú, 1975), el Santiagazo (en la población argentina de Santiago del Estero, 1993) (...) y las decenas de movimientos terminados en 'azo' en los que siempre se negó u omitió la autoría de revolucionarios, por más pruebas que hubiese de sus milicias, bombas y francotiradores", desliza la abogada Thays Peñalver en el libro La conspiración de los 12 golpes (editorial Cyngular, 2015, página 141), uno de los principales sustentos teóricos de la tesis de que el 27-F de 1989 fue planificado.
"Muchos conocían los orígenes de la rebelión y quiénes habían participado. Se sabía que estaba integrada por 'comprometidos camaradas', perfectamente planificada, coordinada e intercomunicada con estudiantes de extrema izquierda, revolucionarios aguerridos y motorizados, quienes desde barricadas armadas, como se puede ver en las fotos y en testimonios, desde las 8:00 de la mañana se disponían a ejecutar un plan preconcebido, igual que en otros países", agrega Peñalver en la página 150.
Sobre la base de declaraciones como las del general Carlos Julio Peñaloza, jefe del comando de operaciones de las Fuerzas Armadas a comienzos de 1989, y George Ciccariello-Maher, profesor estadounidense y autor del libro Nosotros hicimos a Chávez, Peñalver enhebra otras tesis controversiales.
Por ejemplo, la intervención de Fidel Castro (dictador cubano fallecido en 2016) como principal cerebro de esa y otras protestas populares en varios países, e incluso como presunto responsable de haber introducido armas a Venezuela cuando asistió como invitado a la toma de posesión de Carlos Andrés Pérez —en su segundo período como Presidente— el 2 de febrero de 1989 en el Teresa Carreño; o que el futuro líder golpista y primer mandatario Hugo Chávez —entonces adscrito al Palacio de Miraflores como ayudante del secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa— habría fingido una enfermedad para ausentarse en el momento en que ocurriera un supuesto primer asalto militar a la sede del Poder Ejecutivo, que jamás se materializó durante el estallido social de aquel febrero.
El "juramento del Samán de Güere" —en el que participaron, además de Chávez, los militares activos Yoel Acosta Chirinos, Francisco Arias Cárdenas, Jesús Urdaneta Hernández, Raúl Isaías Baduel y Felipe Antonio Acosta Carlés, uno de los caídos durante la represión del 27-F— es tomado como hito fundacional de la célula subversiva que encabezó la intentona golpista del 4 de febrero de 1992. La ceremonia bajo el árbol se consumó el 17 de diciembre de 1983, por lo que, para febrero de 1989, el luego llamado Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 tenía al menos cinco años conspirando bajo sombra.
Si a esa célula la consideramos un germen del "chavismo" —aunque la corriente política personalista bautizada así de manera informal, y de bases ideológicas todavía difusas, no se consolidaría hasta muchos años después—, ¿estuvo el "protochavismo" detrás de los saqueos y la violencia a poco menos de 90 días del triunfo de Pérez por más de 52% de los votos en las elecciones presidenciales de 1989?
La mayoría de las fuentes —vivas o documentales— consultadas por EsPaja.com lo cuestionan.
"Una explosión social"
"El 27-F se puede caracterizar clásicamente como una explosión social. Eso no lo puede planificar nadie, una cantidad de condiciones económicas y sociales de descontento que fueron confluyendo... (En febrero de 1989) lo que faltaba era un fosforito para incendiar una bomba. Y ese fosforito se acercó a la bomba pasado ese fin de semana (el sábado y domingo antes del lunes 27): gente sin dinero por el fin de mes, el transporte que acababa de aumentar. El detonante fue ese, pero las causas eran múltiples y venían de atrás. No he leído el libro de Peñalver, pero me parece una temeridad decir eso (que hubo una relación entre los futuros golpistas del 4-F y el estallido de 1989)", sentenció Margarita López Maya, consultada por teléfono, desde su residencia actual en Gainesville (Florida, Estados Unidos). La historiadora es autora de varias investigaciones sobre el 27-F.
“Se fue creando un clima de angustia en la gente. Cuando se decreta el aumento de la gasolina, que realmente es ridículo, no se había implementado ninguna otra medida de las del paquete económico del presidente Pérez. No fue el paquete, fue el miedo al paquete”, rememoró la ex parlamentaria Paulina Gamus, en conversación en Caracas con EsPaja.com sobre las causas del malestar. Para febrero de 1989, Gamus presidía la comisión de Política Interior del Congreso de Diputados. Este grupo de trabajo elaboró luego la investigación del Poder Legislativo sobre los sucesos de febrero y marzo de 1989, que desembocaron en la suspensión de garantías constitucionales —entre ellas la inviolabilidad de la libertad y seguridad personales— y un toque de queda en todo el territorio nacional.
Portada de El Diario de Caracas. Primero de marzo de 1989
“¿Fidel, cuando vino a Venezuela? (acerca de si Castro orquestó la revuelta popular). En absoluto. Ni que fuera mago o adivino. Eso no es así. ¿Para qué le convenía eso a Fidel? Tenía una buena relación con Carlos Andrés. Él no podía imaginar que Hugo Chávez iba a dar un golpe unos años después. Hubo alguna influencia de los partidos de oposición. Un aprovechamiento posterior por gente que después iba a formar el chavismo. Eso pudo haber ocurrido, pero ocurrió después de que hubo el estallido. Fue la consecuencia del estallido”, concluyó Gamus.
Uno de esos movimientos opuestos al gobierno de Pérez que cita Gamus pudo haber sido Bandera Roja. De hecho, Carlos Hermoso, secretario general del ex frente guerrillero encabezado por Gabriel Puerta Aponte y actual partido político, admitió para EsPaja.com (en febrero de 2020) que la organización estuvo en las calles desde muy temprano el lunes 27 de febrero de 1989. Y que desde el viernes 24 de ese mismo año se estaban preparando por si pasaba “algo”. Pero también califica al 27-F como “absolutamente espontáneo”.
"Espontáneo, pero previsto"
Hermoso justifica así su posible contradicción: “El hecho de que haya sido espontáneo no significa que no haya sido previsto. La única organización política que participa en las primeras horas de la mañana es Bandera Roja, desde las 5:00 am. Fue una decisión que nosotros tomamos el día viernes 24, en una reunión de la dirección nacional, en ese momento radicada en el Instituto Pedagógico de Caracas. Un largo debate porque planteaban que ese día (27-F) había que estar muy alertas. Las condiciones estaban dadas para un estallido social, era una cosa que se respiraba”.
El día que bajaron los cerros es un texto de referencia ya clásico publicado aquel mismo 1989 por la editorial del Ateneo de Caracas y el diario El Nacional. Ninguno de sus autores asoma la posibilidad de una planificación política. “De la sacudida, violenta, anárquica y espontánea, todavía susbisten humaredas, extensos basurales, larguísimas colas frente a camiones y negocios de víveres”, escribió el comunicador Fabricio Ojeda (hijo) en una crónica de los días posteriores al estallido. “El 27 de febrero es en el fondo un estallido de malcriadez, una rabieta irresistible”, indicó el dramaturgo José Ignacio Cabrujas en un texto en el que subraya la ausencia de conducción política de la violencia. “A medida que pasaba la tarde (del lunes 27), seguía aumentando el número de personas que salían espontáneamente de sus casas para protestar”, relató el periodista Roberto Giusti.
“Lo ocurrido en Venezuela en febrero de 1989, fue un verdadero estallido social de carácter espontáneo y no voluntariamente determinado”, se sumó a esta tesis Iván Padilla Bravo, militante revolucionario desde los años 60 y periodista, que declaró a EsPaja.com: “El movimiento político-revolucionario nacido en Venezuela durante el período gubernamental del «puntofijismo» (pacto de gobernabilidad entre los principales partidos políticos de la democracia en 1958, luego de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez), para la fecha de la insurrección popular de masas, prácticamente no existía, venía de ser derrotado militarmente y se encontraba en período de casi extinción política e ideológica. Para 1989 no existía en Venezuela ningún tipo de poder popular organizado que fuese capaz de convocar, conducir y orientar hacia algún objetivo un estallido social como el «sacudón» aludido”.
“El 27F de 1989 es pura hechura de pueblo rebelde, indomable, rebotao, encabritao (...) Pasaron sólo diez años para que ese sujeto arisco y turbulento que se rebeló el 27F de 1989 se encontrara cara a cara con los militares insurrectos del 4F de 1992”, sugirió Reinaldo Iturriza, ministro de Cultura de Maduro entre 2014 y 2016, en su ensayo El chavismo salvaje, publicado en diciembre de este último año, donde sugiere que solo después de la intentona golpista se puede hablar de verdadero chavismo.
"Mucha leyenda urbana"
“Sobre el 27-F hay mucha leyenda urbana. Los comisarios de la Policía Metropolitana (de Caracas) estaban en huelga, ese es un dato que con frecuencia se olvida. En general, ese movimiento fue espontáneo en sus inicios. Tratamos de montarnos sobre la ola de la protesta. Igual hizo el partido La Causa R, con Aristóbulo Istúriz, lo que quedaba de la Liga Socialista. Nicolás Maduro ya era dirigente de la Liga Socialista en el Oeste de Caracas, pero no estuvo muy activo en esa fecha y por supuesto ni pensaba en conocer a Hugo Chávez… La más activa era Bandera Roja. Tratamos de conducir eso que no se podía conducir. Me monté en un autobús a tratar de canalizar la protesta. La gente ni me paraba bolas. Es la verdad. El 27-F fue una ola de surf sobre la que todos tratamos de montarnos, pero que no generamos”, confesó a EsPaja.com el también ex diputado Luis Manuel Esculpi, entonces secretario general del principal partido de izquierda (2,71% de los votos en 1989 con Teodoro Petkoff como candidato), el Movimiento Al Socialismo.
“Ahí entró gente de izquierda, revolucionaria, que trató de convertir esa rebelión de hambre en una insurrección popular. La gente que salió a saquear no tenía idea del paquete. Los militares entran (luego del martes 28 de febrero) cuando los tipos (de los partidos) se dan cuenta de que se les fue de las manos. Nadie en su sano juicio estaba pensando en tumbar a CAP, que acababa de ganar. La idea era parar el paquete y decirle a Pérez: somos una fuerza, somos una organización, no puedes gobernar solo. Todos los amigos de Chávez, todos los militares que hoy están en altos cargos, fueron a reprimir, a caerle a tiros a todo el mundo. Ninguno de ellos tenía idea del pueblo y de su defensa. Eso es mentira”, analizó para EsPaja.com el economista Manuel Sutherland, director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO).
“Chávez y su gente toman el 27-F como estímulo para sus acciones dentro de la FAN. No fue insurrección, fue explosión social. Sectores de Bandera Roja y del partido Copei no generaron la explosión, pero contribuyeron a que la explosión se extendiera. En la universidad actuaban grupos izquierdistas encapuchados, pero no tenían ningún tipo de organización”, opinó Luis Fuenmayor Toro, a la sazón rector de la UCV, consultado por este portal.
Rafael Rivero Muñoz, comisario retirado de la Policía Técnica Judicial —equivalente de la época al actual Cicpc—, es de los pocos que asomó a EsPaja.com la tesis de una conspiración, aunque a través de preguntas abiertas. “¿Fue espontáneo o no el 27-F? En mis redes sociales he indicado elementos que sugieren muchas cosas. ¿Participó la célula militar golpista de 1992 en el levantamiento de 1989? No tengo información para decirlo. Sí tengo elementos de convicción del manejo tras bastidores de Fidel Castro, tanto en el 27-F como en el alzamiento del 4-F”.
En conclusión, para 1989 no puede hablarse con propiedad de "chavismo", por lo que difícilmente incidió en el 27-F. Sin embargo, tampoco puede descartarse por completo que alguno de los movimientos políticos que luego apoyaron a Hugo Chávez haya participado en algún tipo de planificación de la revuelta popular. Aunque la mayoría de expertos consultados coinciden en la presunta espontaneidad de la violencia.
Con el aporte de Ligia Perdomo y Ana Carolina Griffin
Foto de portada: Jacobo Lezama, en el libro El día que bajaron los cerros