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¿El coronavirus se transmite por vía aérea?

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En rigor, no: el virus no viaja solo y de manera ilimitada en el aire, sino en gotas más pequeñas y volátiles de lo que se supone. Es lo que sostienen 239 científicos en una carta pública a la OMS. El hallazgo conduce a medidas extras de prevención, sobre todo en espacios cerrados

La Organización Mundial de la Salud comenzó el mes de julio de 2020 nuevamente en el ojo del huracán por su gestión de la pandemia de COVID-19. El lunes 6 de julio, 239 científicos de todo el mundo solicitaron a la OMS que reconozca públicamente la posibilidad de la "transmisión aérea" del coronavirus.

El organismo dependiente de la ONU reaccionó, a través de la vocera Benedetta Allegranzi: no se descarta esa vía de propagación del agente infeccioso. ¿Pero es que acaso eso ha estado en duda alguna vez? De lo contrario, ¿por qué se ha exigido a los ciudadanos usar tapabocas en la calle en numerosos países, entre ellos Venezuela?

 

 

No es sinónimo de "transmisión ilimitada"

Aunque es la frase que se suele usar en titulares de prensa para simplificar una idea, la expresión "transmisión aérea" —en cuanto al coronavirus— no es rigurosamente cierta. No quiere decir que el virus viaja solo por el aire, tiene posibilidades infinitas de propagación y nos han estado engañando con mentiras piadosas todos estos meses. En realidad lo que está en discusión es la transmisión por aerosoles: gotas que expelen los humanos y que podrían ser más pequeñas y volátiles de lo que pensábamos. O de lo que sostiene públicamente la OMS. Esto quiere decir que partículas virales contagiosas —contenidas en estos aerosoles— podrían estar más tiempo en el aire y llegar más lejos de 150 o 200 centímetros, la medida estándar que se ha recomendado para el distanciamiento social. Especialmente en espacios cerrados y mal ventilados

¿Qué dice oficialmente la página web de la OMS, al menos hasta el 8 de julio de 2020? Este es el párrafo de la polémica: 

"Una persona puede contraer la COVID‑19 por contacto con otra que esté infectada por el virus. La enfermedad se propaga principalmente de persona a persona a través de las gotículas que salen despedidas de la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar. Estas gotículas son relativamente pesadas, no llegan muy lejos y caen rápidamente al suelo. Una persona puede contraer la COVID‑19 si inhala las gotículas procedentes de una persona infectada por el virus. Por eso es importante mantenerse al menos a un metro de distancia de los demás. Estas gotículas pueden caer sobre los objetos y superficies que rodean a la persona, como mesas, pomos y barandillas, de modo que otras personas pueden infectarse si tocan esos objetos o superficies y luego se tocan los ojos, la nariz o la boca. Por ello es importante lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón o con un desinfectante a base de alcohol.

La OMS está estudiando las investigaciones en curso sobre las formas de propagación de la COVID‑19 y seguirá informando sobre las conclusiones que se vayan obteniendo".

Como ha solido ocurrir durante la pandemia, la OMS como institución ha asumido un discurso cauto y conservador —con frecuencia cuestionado por su lenta capacidad de reacción—, y se cura en salud con la coletilla: estamos estudiando las investigaciones en curso, no se despegue de nuestra señal.

Y esto fue lo que subrayó la vocera Benedetta Allegranzi el martes 7 de julio: “Sobre la posible ruta de transmisión aérea hay nuevas evidencias pero no definitivas, y esa posibilidad se ve especialmente en condiciones muy específicas, como lugares con mucha gente y poco ventiladas". Se mantienen las medidas de prevención recomendadas hasta ahora, que no significan —en ningún caso, ni antes ni ahora— una garantía 100% segura de que una persona no se enfermará de COVID-19 o no contagiará a otras. Siempre es un juego de probabilidades.

 

Sarampión, campeón volador indiscutido

De hecho, no es la primera vez que se habla de "transmisión aérea" durante la pandemia. Ya en meses anteriores se difundió que esta vía de propagación era probable, especialmente en áreas con mucha concentración de personas enfermas, como los hospitales. Incluso si se comprueba esta "tranmisión aérea", algo en lo que coinciden los expertos es que el nuevo SARS-CoV-2 no es, ni de lejos, el más volátil de los virus. Un trono que probablenente corresponde al sarampión, quizás la enfermedad más contagiosa por aerosoles de la que se ha tenido noticia, al menos hasta que se patentó la vacuna en 1965. 

Uno de los ejemplos ya clásicos que se da como prueba firme de al menos un contagio de aerosoles ocurrió en un restaurante de Guangzhou (China) el 24 de enero de 2020. Un comensal proveniente de Wuhan acude a un salón cerrado y esa noche transmite el coronavirus a hasta nueve clientes con los que no tuvo contacto cercano, y que estaban a más de un metro de distancia, algunos hasta a cuatro metros o más. Al parecer, el papel clave lo jugó el sistema de ventilacion, que permitió que las gotículas más pequeñas siguieran en circulación. Un video en inglés de ABC News recrea este episodio, así como una animación gráfica del diario El País.

 

 

¿El manifiesto de los 239 científicos de 32 países implica que hay que dejar de lavarse las manos, de usar mascarillas o de mantener la distancia mínima de 1,5 metros entre personas en espacios públicos, ya que al final ninguna de estas medidas igual puede contener a un virus que anda suelto por el aire incluso dentro de nuestras casas? No. Lo que quiere decir es que estas medidas de prevención son buenas, pero pudieran ser insuficientes. De hecho, nunca han sido una garantía total contra la propagación del coronavirus.

Los nuevos hallazgos, de confirmarse, no necesariamente implican que debemos estar a 8 metros unos de otros —algo que sería casi imposible en la práctica en grandes ciudades— o usar siempre mascarillas con un nivel superior de protección, como las recomendadas para profesionales de salud en la primera línea contra la pandemia.

Un paquete adicional de medidas de precaución contemplaría, por ejemplo, evitar el hacinamiento en unidades de transporte con las ventanillas cerradas; airear de manera natural, lo más que se pueda, las viviendas y oficinas; descartar los sistemas de ventilación que reciclan el aire acondicionado; o extremar el uso de mascarillas en espacios laborales, no solo en la vía pública. Probablemente nada que usted no haya escuchado antes en el primer semestre de 2020, si ha estado al tanto de las investigaciones publicadas en los medios de comunicación.

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