La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que las vacunas salvan cada año millones de vidas. Su función es entrenar y preparar a las defensas naturales del organismo ―el sistema inmunológico― para detectar y combatir a los virus y las bacterias seleccionados. Si el cuerpo se ve posteriormente expuesto a estos gérmenes patógenos, estará listo para destruirlos de inmediato, previniendo así la enfermedad.
La pandemia de coronavirus ha infectado a más de 105 millones de personas y ha matado a más de 2,4 millones en todo el mundo desde finales de enero de 2020. Hasta el domingo 14 de febrero, se habían administrado más de 173 millones de vacunas contra el coronavirus en 77 países, según datos recogidos por Bloomberg. El último ritmo fue de aproximadamente 5,96 millones de dosis al día.
La vacuna de Pfizer-BioNTech ha sido autorizada para su uso en Norteamérica, Europa y Oriente Medio. Tanto esta vacuna como la de Moderna redujeron las infecciones por coronavirus en un 95% en ensayos con decenas de miles de voluntarios. Una vacuna de AstraZeneca Plc y la Universidad de Oxford obtuvo su primera autorización importante, por parte del Reino Unido, el 30 de diciembre. Otros países se adelantaron en la vacunación. China y Rusia autorizaron sus propias vacunas en julio y agosto, Sinopharm y Sputnik-V, antes de que se hubieran probado completamente.
Durante el foro virtual Inmunizando contra la desinformación, preguntas y respuestas: vacunas COVID-19, un grupo de médicos expertos en infectología, hematología y cardiología aclaró dudas y desmintió rumores sobre las vacunas disponibles contra el SARS-CoV-2.
Seguridad de las vacunas
Debido a la rapidez con la que fueron desarrolladas las vacunas, un hito histórico de la ciencia, algunos ponen en duda si son realmente seguras o no. Al respecto, Antonio Ríos, médico infectólogo de la Policlínica Metropolitana y miembro de la Sociedad Venezolana de Infectología, dio una explicación breve sobre las fases por las que debe pasar una vacuna antes de su aprobación.
En la primera, conocida como fase 0 o preclínica, se hacen pruebas con animales y se evalúa su respuesta inmunológica. Después, en la fase 1, se aplica la vacuna a una decena de voluntarios para medir la seguridad y dosificación. En la fase 2 se utiliza a cientos de pacientes para comprobar si sigue siendo segura.
Posteriormente, la cantidad de voluntarios aumenta a miles en la tercera fase, pero se dividen en dos grupos: unos que reciben la vacuna y otros a los que se les da un placebo. Por último, en la fase 4, la vacuna se aprueba para su uso expandido y se le hace un seguimiento.
Todas las fases son sometidas a estrictos controles de seguridad y las vacunas han cumplido con ellas. No obstante, Ríos mencionó que, si bien no se saltó ninguna fase, en algunos casos se solaparon. "Se conjugaron fuerzas económicas y políticas para sacar la vacuna en menos de un año, pero eso no compromete su seguridad", afirmó.
Enfermos inmunodeprimidos
Los pacientes con inmunodeficiencias son personas que padecen una enfermedad autoinmune. Es decir, que su sistema inmunitario ataca por error a sus propias cédulas sanas, o bien que su sistema inmunológico se encuentra menos activo de lo normal.
Son, por ejemplo, los enfermos de cáncer en tratamiento con quimioterapia; personas afectadas de enfermedad renal crónica grave, incluidos los pacientes en diálisis; personas que han tenido un trasplante de órgano o que padecen determinadas enfermedades raras; portadores del síndrome de Down; pacientes con enfermedades autoinmunes o en tratamiento con inmunosupresores y otras patologías crónicas, entre otros.
De acuerdo con la médico hematólogo María Alejandra Torres, este tipo de pacientes tiene una menor capacidad de generar una respuesta rápida y eficiente si se contagian. Entonces, el riesgo de desarrollar complicaciones si se enferman de coronavirus es mayor. "La vacuna no produce enfermedad, sino que da información para que el cuerpo elabore un mecanismo de defensa", afirmó.
Ante la duda sobre si deberían o no aplicarse la vacuna, Mildred Borrego, hematólogo del Hospital Clínicas Caracas, recomendó evaluar primero la condición médica de los individuos inmunodeprimidos. "Pueden vacunarse, pero deben preguntarle primero a su médico si pueden suspender momentáneamente su tratamiento. La experiencia nos ha dicho que si están bajo tratamiento, la inmunidad puede estar a la baja", dijo.
Embarazadas
En cuanto al riesgo que podrían sufrir las embarazadas si se vacunan, el infectólogo Carlos Torres Viera mencionó que no hay data clave disponible al respecto. No obstante, si se infectan con coronavirus, las probabilidades de que desarrollen complicaciones son altas, especialmente si la persona padece otra enfermedad.
Hasta ahora, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado consejos sobre las vacunas contra la covid-19 de Pfizer-BioNTech y Moderna, y no recomienda la vacunación de mujeres embarazadas en este momento. Eso se debe a la falta de datos, no a que haya evidencia de que las vacunas sean dañinas.
Por otro lado, las vacunas tampoco representan un riesgo para aquellas mujeres que buscan tener hijos. Todas las vacunas actualmente aprobadas para prevenir el coronavirus tienen como fin dar instrucciones a las células para que fabriquen la proteína “espiga” (S) del SARS-CoV-2. Esta nueva proteína será reconocida como “extraña” por el sistema inmunológico, que montará así una respuesta de defensa.
La sincitina-1 es una proteína que contribuye a la formación de la placenta. Es similar a la proteína espiga del SARS-CoV-2, pero no son idénticas. Kenneth Witwer, profesor de patología y neurología molecular y comparativa en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos, explicó para AFP Factual que “la única similitud de la glicoproteína sincitina-1 y la proteína espiga es que tienen una función original similar. La sincitina-1 sirvió antiguamente como proteína de ‘fusión’ para un virus, mientras que la espiga es la proteína de fusión para el SARS-CoV-2".
Además, las pacientes que han tenido COVID-19 no han tenido problemas para concebir. Es decir, produjeron de forma natural anticuerpos contra la proteína espiga de forma natural y eso no les impidió quedar embarazadas. Por ello, no hay razón para que la aplicación de la vacuna sea un impedimento para concebir.
Reacciones alérgicas
"Como todo producto biológico, puede haber alguna reacción alérgica menor. Los casos de anafilaxia han sido muy raros. No representan un porcentaje considerable. Por precaución, si el paciente sufre de rinitis u otras alergias, debe esperar entre unos 15 o 20 minutos después de haberse vacunado, a ver si no tiene una reacción alérgica severa", recomendó el infectólogo Antonio Ríos.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos informaron el pasado 22 de enero que de las 4,04 millones de primeras dosis de la vacuna Moderna administradas entre el 21 de diciembre y el 10 de enero, 1.266 (0,03%) resultaron en un “evento adverso” después de que se administró la vacuna.
De esas 1.266 reacciones adversas, 108 se identificaron como posibles “reacciones alérgicas graves” y se confirmó que 10 eran anafilaxia. En nueve de esos diez casos, los síntomas comenzaron dentro de los 15 minutos de recibir la vacuna y aunque seis pacientes fueron hospitalizados, no se reportaron muertes.
Modificación del ADN
El panel de médicos expertos aclaró que ninguna de las vacunas puede modificar el código genético. Existen vacunas basadas en tecnología de Ácido Ribonucleico (ARN) mensajero, las cuales no llegan al núcleo de nuestras células, que es donde está nuestro ADN.
Por otro lado, también están las vacunas basadas en vectores de adenovirus, que en sí tienen un genoma de ADN, pero no son virus replicantes ni pueden hacer cambios en la información genética. Entonces, no hay ninguna evidencia de riesgos para el ADN humano con alguna de las vacunas desarrolladas.
Inmunidad
Los vacunados no están exentos de contagiarse y transmitir la enfermedad. Si el paciente se expone al virus un día o semanas después de inyectarse, sigue vulnerable a la infección. "La vacuna no produce inmunidad estabilizante. La gente debe preservar las medidas de seguridad, usar las mascarillas y mantener el distanciamiento social", explicó el cardiólogo Manuel Vélez.
De igual modo, aquellos que superaron el coronavirus también tienen que vacunarse. "La capacidad de crear anticuerpos que te dan las vacunas es más eficaz que la que te podría dar la propia enfermedad. Se están viendo casos de reinfecciones. No hay que bajar la guardia hasta que haya inmunidad colectiva. Eso podría ocurrir en varios años, pero entre más vacunados, el impacto de la enfermedad será menor", aseguró el infectólogo Antonio Ríos.
¿Cuánto dura la protección de la vacuna a mediano y largo plazo? Según el Instituto de Inmunología La Jolla, en California, Estados Unidos, varias de las respuestas inmunológicas tras superar la infección por coronavirus permanecieron activas durante al menos unos seis meses. Sin embargo, no ha pasado el suficiente tiempo desde que empezó la campaña de vacunación como para determinar una regla universal, además que el período podría variar según el paciente y el tipo de vacuna, de acuerdo con BBC Mundo.
Protección contra nuevas variantes y mutaciones del coronavirus
Los virus mutan constantemente para subsistir. Pueden volverse más fuertes, por lo que a veces es necesario modificar las vacunas. En Sudáfrica, Reino Unido y Brasil se detectaron variantes de coronavirus, cuya capacidad de infección y transmisión es mayor. Sin embargo, el infectólogo Carlos Torres señaló que todavía es muy pronto para decir con exactitud si estas cepas son resistentes o no a las vacunas disponibles en el mercado.
A pesar de que la mutación afecta a la proteína spike, la que utiliza el virus para entrar en las células humanas, que es la que se usa en la vacuna, es una pequeña mutación. Las vacunas actúan sobre el territorio completo, con lo cual es muy difícil que pueda afectar su efectividad.
No obstante, los científicos no descartan el escenario en que el coronavirus se vuelva endémico, como la gripe. Eso podría requerir que las vacunas deban actualizarse cada cierto tiempo, pero es algo en que los científicos ya tienen experiencia.
"Cada año se analizan las variantes circulantes de la gripe por el mundo, que no siempre coinciden en el mismo hemisferio o continente. Entonces, cada país prepara vacunas específicas para esas variantes. Algo parecido sucedería con el coronavirus si se da el caso", explicó José Manuel Bautista, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Complutense de Madrid, España, para BBC Mundo.