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¿Simón Bolívar dijo: "Si se opone la naturaleza lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca"?

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Quizás jamás sabremos con certeza cuál fue la actuación de Simón Bolívar el Jueves Santo (26 de marzo) de 1812 y qué proclama pronunció tras el terremoto, si acaso hubo una. Solo hay una fuente directa que documentó la frase "Si se opone la naturaleza...", y era interesada: el realista José Domingo Díaz (1772-1834), enfrascado, paradójicamente, en una campaña de descrédito del Libertador. Ningún testigo conocido registró que Bolívar haya "rescatado heridos" luego del sismo, como dice una placa colocada en la plaza El Venezolano

"Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca". De todos esos pensamientos dispersos y descontextualizados que se divulgan de Simón Bolívar en escuelas, medios de comunicación y discursos políticos, este es de los más controversiales.

Para muchos puede parecer una vibrante proclama patriótica y nacionalista: la independencia de Venezuela sería un hecho irreversible, aunque en ese momento luciera frágil como una casa de bahareque en medio de un sismo de magnitud cercana a 8. Quizás, para los menos, la frase es un ejemplo de ese desprecio por el resto de la vida en la Tierra que nos ha metido en paquetes como el cambio climático.

Este mural, inaugurado en 1967 durante el gobierno de Raúl Leoni tras sugerencia de Rafael Caldera, transcribe una frase que solo fue escuchada por el par de oídos de un adversario de Bolívar.

Más recientemente, una placa instalada por el gobierno de Nicolás Maduro en la Plaza El Venezolano de Caracas, como parte de la conmemoración de los 200 años de la batalla de Carabobo (1821), también asegura que el Libertador pronunció la frase luego del terremoto del 26 de marzo de 1812.

Se calcula que el sismo se desencadenó aproximadamente a las 4:07 pm, un final de tarde nefasto en el que el entonces coronel y próximo Libertador también se habría dedicado — según la placa—  a rescatar heridos entre los escombros en la esquina caraqueña de San Jacinto, mientras, posiblemente, algunos sacerdotes y voceros realistas atribuían la tragedia natural a un castigo de Dios por la declaración de independencia:

"Entre las personas que rescataban heridos en medio de tanto griterío se destacaba el joven Simón Bolívar. Los realistas gritaban que aquello era un castigo contra los patriotas y entonces Bolívar pronunció la frase: 'Si se opone la naturaleza lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca".

 

El misterio de la frase

Pero... ¿improvisó Bolívar realmente la contundente frase? La verdad es que probablemente jamás lo sabremos. En 1812 no se habían inventado todavía grabadores de sonidos o la fotografía, mucho menos las redes sociales o los omnipresentes teléfonos celulares con cámaras de video del siglo XXI.

Los únicos documentos que conservamos de la época son libros, cartas, pinturas e ilustraciones, con la dificultad de que, a diferencia de los testimonios o la correspondencia firmados de puño y letra, muchos relatos de fuente oral pasaban de boca en boca y de texto en texto, un proceso en el que con frecuencia eran tergiversados para su idealización (o demonización).

Solo se preserva un único documento histórico que registra la frase, recordó uno de los principales investigadores del terremoto de 1812, el antropólogo Rogelio Altez, en su ensayo Si la naturaleza se opone... terremotos, historia y sociedad en Venezuela (2010).

El testimonio original aparece en el libro Recuerdos sobre la rebelión de Caracas (1829) del médico y periodista caraqueño José Domingo Díaz (1772-1834). Nótese que el relato se publicó casi dos décadas después del movimiento sísmico:

"En aquel momento me hallaba solo en medio de la plaza y de las ruinas: oí los alaridos de los que morían dentro del templo: subí por ellas y entré en su recinto. Todo fue obra de un instante. Allí vi como cuarenta personas, o hechas pedazos, o prontas a expirar por los escombros. Volví a subirlas, y jamás se me olvidará este momento.

En lo más elevado encontré a Don Simón de Bolívar que en mangas de camisa trepaba por ellas para hacer el mismo examen. En su semblante estaba pintado el sumo terror, o la suma desesperación. Me vio y me dirigió estas impías y extravagantes palabras: Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca. La plaza estaba ya llena de personas que lanzaban los más penetrantes alaridos. Volví a mi casa, tomé mi familia, y la conduje a aquel sitio".

En su investigación, Rogelio Altez resalta una paradoja: Simón Bolívar era un patriota, o sea, partidario de la independencia de Venezuela declarada en 1811, y José Domingo Díaz un realista, defensor del status quo del orden colonial. Es decir, Díaz actuaba como parte interesada, y paradójicamente su objetivo no era exaltar al Libertador, sino desacreditarlo. Por eso critica sus palabras como "impías" (desafiantes a la divinidad) y "extravagantes" (alocadas, poco cabales).

Añádase, además, que Díaz sugiere que las palabras de Bolívar le fueron dirigidas a él y solo a él ("me vio y me dirigió estas impías y extravagantes palabras"). Según su texto, ni siquiera estamos 100% seguros de si lo escucharon terceros.

"No es correcto afirmar que Bolívar la dijo"

Consuelo Andara, investigadora que trabajó durante siete años con los archivos personales de Bolívar, y a través de un mensaje de texto confirmó a EsPaja.com lo escrito por Altez:

"En efecto, la frase la da un realista, José Domingo Díaz, y no hay otra fuente que refiera el episodio. Ha sido utilizada y es bandera en la historiografía, pero no es correcto afirmar que Bolívar la dijo, porque no hay otra fuente más que la de un realista que advierte el caso.

En el archivo de Bolívar no dimos con algún otro dato que soporte el hecho. Esos son esos mitos que se construyen entorno a los personajes de la historia. Es menester desmitificar y darle un sentido humano y real a estas personas del pasado.  No podemos decir que Bolívar no estuvo allí (en la actual esquina de San Jacinto) o no dijo eso, pero tampoco podemos afirmarlo".
 

Indica Altez en Si la naturaleza se opone... de 2010:

"Bolívar, especialmente, le resultaba detestable (a Díaz). A él y a sus seguidores constantemente les llamó «inicuos», «alucinados», «ridículos», «fatuos», «impíos» y «necios»; pero el calificativo que en más oportunidades repitió sobre el futuro Libertador fue el de «sedicioso». Cuando publicó sus Recuerdos sobre la rebelión de Caracas, todo ese malestar ya le había consumido sus voluntades, volcando allí aquella mirada tan recalcitrante sobre los acontecimientos que le separaron para siempre de su tierra. Todo cuanto dijo acerca de la independencia fue con el sentido de la descalificación".

Cabría la posibilidad de que el realista José Domingo Díaz haya tergiversado, modificado e incluso inventado la pomposa frase con el objetivo de malponer a Bolívar, especialmente entre los católicos creyentes. Puede que haya sido fiel a una conversación real. Pero no hay testigos que lo respalden.

El pintor Tito Salas completó este famoso cuadro del terremoto en el año 1929, mucho después de que se había consolidado una narrativa no verificada de los hechos del Jueves Santo de 1812

 

Hay fuentes indirectas, pero de dudoso valor

El diplomático español Mariano Torrente (1792-1856) incluye la frase en su Historia de la Revolución Hispano-Americana (1829). Pero no es un testimonio directo —Torrente no estaba en Venezuela en 1812, ni estuvo jamás— y parece muy probable que se haya inspirado en José Domingo Díaz. Su tono también es descalificador:

En medio de la consternación que se apoderó de sus ánimos al ver caer los edificios por sus cimientos, hundirse los templos, espirar infinitas víctimas, y exhalar lastimeros alaridos los que no habían tenido la fortuna de acabar sus padecimientos a los primeros golpes, hubo algunos protervos que parece insultaban a la misma providencia, y que desafiaban todo su poder. Fue uno de estos el impío Bolívar, quien llegando a la plaza en mangas de camisa y poseído de un diabólico furor, al contemplar las ruinas de aquella magnífica catedral prorrumpió en la feroz sentencia siguiente: «Si la naturaleza se opone a nuestros esfuerzos, lucharemos con ella, y haremos que nos obedezca»

El irlandés Daniel Florence O’Leary (1801-1854), edecán del Libertador, también dejó memorias de lo ocurrido el Jueves Santo 26 de marzo de 1812, si bien son indirectas: se basaban en lo que le habían contado. Algo distinto sería imposible, pues O'Leary pisó suelo venezolano por primera vez en 1818.

Llamativamente, el irlandés jamás cita la frase en cuestión como algo que haya salido de la boca del Libertador. Lo que sí cuenta O'Leary en Bolívar y la emancipación de Sur-América (1826) es que, al parecer, el entonces coronel —sin mayor cargo de poder político o militar: Francisco de Miranda le nombró Comandante de Puerto Cabello un par de meses después— amenazó de muerte con su espada a un clérigo que se refería al sismo como un castigo divino:

Bolívar, en medio de la universal consternación, conservó su presencia de ánimo. Desoyendo los ruegos de sus amigos, que temblaban por su vida, y sin parar mientes en la creciente furia del populacho, corrió á la plaza donde el furioso frenesí de un monje exaltado había atraído gran número de devotos aterrados, y con voz imperiosa le impuso inmediato silencio.

Si la expresión resuelta de su mirada y el tono severo que asumió asombraron á la espantada multitud que le rodeaba, sirvió también para provocar la indignación del fanático predicador, que a su vez amenazó al intruso con la cólera del cielo si persistía en interrumpir sus predicaciones. El sordo y siniestro murmullo del auditorio manifestaba ya su resolución de servir de instrumento de la ira santa que se evocaba, cuando Bolívar, viendo al punto la crítica situación en que se había puesto y comprendiendo que una retirada no haría sino dar pábulo a la superstición y aumentar la influencia del clero, desenvainó su espada y lanzándose sobre el improvisado púlpito arrancó de él al monje, y arrastrándole le amenazó con muerte instantánea si se atrevía a resistir.

Algunos soldados que se habían acercado al lugar de esta escena, animados con su ejemplo, le ayudaron á dispersar la multitud. Este paso resuelto tuvo saludables resultados, conteniendo por lo pronto las terribles consecuencias del descontento popular atizado por el fanatismo y dio ánimo al Gobierno para dictar medidas adecuadas á calmar la excitación producida por el celo imprudente y pernicioso del clero"

En ningún relato de la época consta que Bolívar haya "rescatado heridos" aquel Jueves Santo, como da por hecho la placa conmemorativa caraqueña del siglo XXI.

"Para la fecha Bolívar tenía 29 años y no estoy segura de que viviera en esa casa que hoy es llamada su Casa Natal (muy cerca de San Jacinto)", advierte Consuelo Andara. "Tengo mis dudas. Previamente vive con algunos familiares y con Simón Rodríguez. Desde 1799 hasta 1803 estuvo en Europa. De 1804 hasta 1807 en Europa y EEUU. En 1810 viaja a Londres y llega a Caracas en 1811. Cómo verás, no vivía casi en esa hoy Casa Natal. En ese mismo 1812 saldrá hacia Cartagena y no regresa a Caracas hasta 1827".

Los autores históricos Felipe Larrazábal (en 1856), Rufino Blanco Fombona (en 1918) y Nicolás Eugenio Navarro (en 1946), en general hagiográficos —muy elogiosos— hacia Simón Bolívar, se cuentan entre los que en textos posteriores recuperaron el presunto testimonio directo de José Domingo Díaz, aunque con un propósito totalmente diferente. Citamos de nuevo a Altez (2010):

"He allí el héroe, no el hecho histórico como tal. Su figura es capaz de digerir en su beneficio cualquier descalificación, invirtiendo su sentido para hacerlo suyo. Lo que fue «impío» para José Domingo Díaz, fue «genial y profético», «admirable», «estupendo», pleno de «sentido histórico» para Navarro. Y con él, el resto de la historiografía (favorable a Bolívar)". 

Si estás interesado en una lectura más científica del terremoto de 1812, de su impacto en las edificaciones de la época y su estimación más adecuada de víctimas fatales, Rogelio Altez también es autor de uno de los estudios más completos que se ha publicado (PDF de la Revista Geográfica Venezolana).

 

Resultado

Solo se conserva un testimonio directo de la actuación de Bolívar tras el terremoto vespertino del Jueves Santo de 1812, y era de una parte interesada: el cronista y militante realista José Domingo Díaz, cuya intención —paradójicamente— era más bien desacreditar al Libertador, no elogiarlo. No puede descartarse que Díaz haya exagerado e incluso inventado los hechos. Pero tampoco podríamos desmentirle.

La frase "Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca" se la dijo Bolívar expresamente a Díaz como presunto único interlocutor, según el relato de su adversario político.

El historiador hispano Mariano Torrente —contemporáneo de los hechos— cita la frase pero jamás pisó Venezuela. Tampoco estuvo en persona Daniel O'Leary, edecán de Bolívar, que incluye en sus memorias un relato escuchado de un tercero, pero no menciona nada parecido a la famosa proclama del futuro Libertador contra lo que luego conoceríamos como placas tectónicas.

Ningún texto conocido de la época registra que Bolívar se haya dedicado a "rescatar heridos" del terremoto de 1812, como se lee en la placa conmemorativa de la plaza El Venezolano. 

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