"No quiero crear alarmismo en la familia venezolana sino informar": el miércoles 3 de marzo de 2021, en tono grave, Nicolás Maduro anunció en televisión que, desde al menos 15 días atrás, se habían detectado 10 casos en Venezuela de la llamada "variante brasileña" del coronavirus SARS-CoV-2 (también conocida como P.1). Estos contagios se repartían entre los estados Bolívar (seis) y las urbanizaciones Nueva Casarapa en Guarenas, Miranda (dos), y 23 de Enero y El Junquito, en Distrito Capital (los otros dos).
"Es una variante más contagiosa, transmite más carga viral, quiere decir que es más peligrosa y más grave", explicó Maduro justo cuando estaba por cumplirse un año del inicio de las cuarentenas en Venezuela (16 de marzo de 2020) por la pandemia COVID-19, cuyo agente infeccioso es el citado coronavirus.
Como ha ocurrido en otras alocuciones durante la pandemia (por ejemplo, cuando presentó "la medicina que neutraliza 100% el coronavirus", el denominado Carvativir, hallazgo que hasta marzo de 2021 carece de toda prueba firme), el gobernante de Venezuela no fue preciso al referirse a temas médicos y mezcló hechos comprobados con otros que, al menos hasta el momento de la alocución, apenas estaban siendo investigados.
Es discutible que la "variante brasileña" del coronavirus produzca una enfermedad más grave, como sugirió Maduro. Por lo menos sobre la base de lo que se sabe hasta el 4 de marzo de 2021. Lo que sí parece cierto es que esta y otras variantes tienen una capacidad de contagio mayor.
Lo grave es que enfermen más personas al mismo tiempo, incluso personas que ya fueron pacientes de COVID-19 en 2020, como apuntan las investigaciones sobre la propagación de la variante P.1 en Brasil, y que saturen los servicios sanitarios. Pero esto debe explicarse. Y ciertamente despierta preocupación en un contexto global, casi al mismo tiempo en que las campañas masivas de una decena de vacunas recién desarrolladas daban señales de optimismo.
¿Qué es una "variante"?
Aunque algunos medios de comunicación en Venezuela usaron la palabra "cepa" al referirse a la noticia del 3 de marzo de 2021, el término científico más correcto hasta esa fecha es "variante". La primera es una modificación amplia del genoma del virus, hasta el punto de que prácticamente se convierte en un virus distinto.
Una variante es una modificación leve del "programa" genético del SARS-CoV-2. Se trata de un proceso relativamente rutinario cada vez que un ser vivo o virus se reproduce o replica en la naturaleza, como parte del proceso de selección natural. A medida que el virus se cultiva dentro de humanos o animales, su genoma va presentando variaciones en sus nuevas "copias". Algunas de estas desaparecen sin ninguna consecuencia. Otras pueden generar versiones más "exitosas" del agente contagioso. Exitosas para el virus y su supervivencia, se entiende.
"Estas variantes parecen propagarse más fácil y rápidamente que otras variantes, lo que puede conducir a más casos de COVID-19. Un aumento en el número de casos ejercerá una mayor presión sobre los recursos de atención médica, dará lugar a más hospitalizaciones y, potencialmente, a más muertes", indicaba en inglés el 4 de marzo de 2021 la página de los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos, una de las fuentes médicas de mayor prestigio en Internet, acerca de las tres variantes potencialmente riesgosas de coronavirus: B.1.1.7 ("británica"), B.1.351 ("surafricana") y P.1 ("brasileña").
Las "nacionalidades" deben verse de manera relativa, pues a fin de cuentas, los contagios no distinguen pasaportes. Tampoco se puede aseverar con absoluta certeza (por el momento) que esas variantes se originaron en esos lugares.
Por el momento: ni más grave ni más leve
"En Brasil, surgió una variante llamada P.1 que se identificó por primera vez en viajeros de Brasil, evaluados durante un control de rutina en un aeropuerto de Japón, a principios de enero (de 2021). Esta variante contiene un conjunto de mutaciones adicionales que pueden afectar su capacidad para ser reconocidas por anticuerpos", agregaba CDC, en referencia a la presunta "habilidad" de la P.1 para eludir los anticuerpos (protecciones naturales del organismo) generados por muchos de los que ya se habían enfermado antes de COVID-19 en regiones como la Amazonía brasileña.
"Los funcionarios de salud pública están estudiando estas variantes rápidamente para aprender a controlar su propagación. Quieren comprender si las variantes causan una enfermedad más leve o más grave en las personas", advertía CDC. Es decir, se trataba de una investigación en curso. Para marzo de 2021, es prematuro aseverar o sugerir que P.1 provoca una COVID-19 "más grave".
¿El virus se dectecta con una prueba PCR?
"Estamos tratando de determinar con estudios PCR en los lugares donde están estos casos", dijo también Maduro acerca de las investigaciones para conocer la magnitud de la propagación de la variante "brasileña" en Venezuela.
Nuevamente, la información es imprecisa. Una prueba molecular de rutina (PCR) para detectar el coronavirus carece de la precisión suficiente para distinguir variantes de SARS-CoV-2.
"Las pruebas PCR que se usan para diagnosticar covid-19 detectan todas las variantes, pero no distinguen entre ellas. Es decir, para poder identificar una variante diferente del virus, es necesario hacer estudios genómicos", indicó el portal de investigación Prodavinci.
Estos estudios tienen un mayor nivel de complejidad, se efectúan en laboratorios especializados y no se pueden efectuar en escala masiva, no en un país en emergencia humanitaria y de salud como Venezuela. Probablemente por eso el anuncio de la detección de la P.1 fue tardío, como admitió el propio Maduro.
Una veintena de países habían identificado en sus ciudadanos la variante P.1 hasta el 4 de marzo de 2021: Italia, Bélgica, Perú, Suiza, EEUU, Colombia, Francia, Japón. Portugal, Holanda. Reino Unido, Guayana Francesa (en rigor territorio francés), Irlanda, Turquía, España, Corea del Sur y México, aparte de Brasil y ahora Venezuela.
¿Qué pasa con la vacunación?
"Experimentos de laboratorio sugieren que la variante P.1 podría debilitar el efecto protector de una vacuna china que está en uso en Brasil” (en referencia a Sinovac, un producto diferente a Sinopharm cuyas primeras 500.000 dosis llegaron a Venezuela el lunes primero de marzo)", señaló el portal venezolano de investigación Prodavinci el 3 de marzo de 2021.
En líneas generales, se espera que la mayoría de las vacunas desarrolladas contra COVID-19 sigan teniendo un nivel mayoritario de eficacia incluso ante las nuevas variantes, o al menos atenuando los casos graves. A largo plazo, en 2021 el coronavirus tiene mucho de página en blanco. No puede descartarse que sean necesarias inmunizaciones periódicas. En todo caso, es mejor una pandemia con vacunas, aunque no sean perfectas, que otra sin ellas.