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La desinformación, herramienta de poderosos

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Desinformar es difundir intencionadamente información no rigurosa, con objetivos específicos. En Venezuela, un ecosistema de medios enfermo, restricciones a la libertad de informar y la hegemonía comunicacional abonan el terreno para que las falsedades se impongan

Por:  Víctor Amaya

02-04-2020

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Venezuela está en una vorágine casi constante. Una situación económica tirante, en medio de condiciones sociales precarias, una Emergencia Humanitaria Compleja agravada por la pandemia del coronavirus y, además, un gobierno de rasgos antidemocráticos. Ocurre en un país que se ha ido quedando desconectado, no solo en materia de navegación web y sistemas de telecomunicaciones, sino en formación de tejido social y comunitario, potenciado además por la precarización del ecosistema de medios de comunicación, que abre el espacio para que la desinformación actúe, interesadamente o no.

Dice Julia Alicia Olmo y Romero, en una publicación del Real Instituto Elcano, que cada época ha tenido su tecnología para difundir falsedades y propaganda. Afirma que la revolución digital lo ha cambiado todo en la actualidad, cuando se producen más noticias que nunca y se difunden a mayor escala, impulsadas por nuevas infraestructuras, nuevas prácticas comunicativas y comportamiento social cambiante.

"Cada individuo se ha convertido en un medio de comunicación en sí mismo que solo comparte lo que quiere y aquello con lo que está de acuerdo, las más de las veces sin detenerse a pensar. Puede decidir incluso, de manera consciente, aceptar determinadas informaciones para reafirmar sus propias opiniones y aceptar también con ello un lenguaje manipulado, ligado a las emociones, que crea, en consecuencia, una nueva realidad", detalla en su informe fechado en abril de 2019.

Estamos en tiempos en que lo prioritario no es la verdad, sino la verosimilitud además en contextos dominados por las redes sociales donde los generadores de contenido curado compiten con todo tipo de informaciones. Las redes, además, imponen brevedad. Importa el mensaje, siempre urgente, que llegue rápido, apunta Olmo y Romero.

En ese contexto, la falsedad contamina todas las esferas de la vida: la comunicación, la política, la economía, el pensamiento, las decisiones e incluso la vida privada. "Y, cuando la falsedad se vuelve más sutil, más compleja, ha sido creada con una intencionalidad táctica, responde a una estrategia y persigue objetivos, es cuando podemos hablar de desinformación", dice el escrito del Instituto Elcano.

Desinformación es la difusión intencionada de información no rigurosa que busca minar la confianza pública, distorsionar los hechos, transmitir una determinada forma de percibir la realidad y explotar vulnerabilidades con el objetivo de desestabilizar. 

 

Desinformación venezolana, caldo de cultivo para la COVID-19

En Venezuela los ejemplos abundan. Por redes sociales y por plataformas como Whatsapp se dijo que el opositor Leopoldo López había fallecido en su celda, que el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó se ha refugiado en embajadas, que en Fuerte Tiuna hay "ruido de sables", que hay reclutas en escuelas, que niños son secuestrados masivamente, que el consumo de ciertas bebidas comerciales causan enfermedades, que durante la cuarentena social solo se puede salir por el número de cédula, o que aviones fumigarían desde el cielo con sustancias desinfectantes frente a la COVID-19.

En el marco de la pandemia por el coronavirus, además, la desinformación se ha convertido en elemento habitual de las intervenciones de las autoridades. Más allá de reportes de casos confirmados de contagios en el país, con incongruencias y contradicciones, Nicolás Maduro e integrantes de su gabinete han insistido en afirmar, por ejemplo, que el interferón cubano ha mostrado su efectividad en el tratamiento de la COVID-19, como también la cloroquina, pero no hay estudios científicos que comprueben tales resultados.

También, se ha promocionado una supuesta "cura" en base a infusiones naturales diseñadas por Sirio Quintero, un venezolano que es presentado en medios públicos como "doctor", sin portar certificación médica. Su receta ha sido difundida como "la cura" en medios oficiales y cuentas Twitter de organismos públicos.

Por si fuera poco, la estatal Radio Nacional de Venezuela difunde micros que recomiendan tomar bebidas calientes pues "el coronavirus muere a 26 grados" de temperatura, una afirmación que ha sido desmentida tanto por autoridades de la Organización Mundial de la Salud como por infectólogos nacionales y de otros países.

Teóricos como van Dijk, Klumpp o Galdón han centrado sus esfuerzos en demostrar que, para que ocurra un efecto desinformativo, es necesario que el emisor tenga acceso preferencial al discurso público -refiere Luis Romero Rodríguez en el documento Hacia un estado de la cuestión de las investigaciones sobre desinformación / misinformación de la Universidad San Martín de Porres de Perú-. En un país donde el ecosistema de medios de comunicación y el acceso a fuentes informativas está tan precarizado, se abona el terreno para que la desinformación se imponga.

El Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) registra que al menos 67 medios de comunicación impresos han desaparecido en los últimos seis años en Venezuela, 28 de ellos cerraron de forma definitiva. Una erosión que comenzó en 2007 con la salida del aire del canal Radio Caracas Televisión (RCTV) y que se confirmó en 2009 con el cierre de 49 emisoras de radio en todo el territorio, así como la censura a medios internacionales y páginas web locales a partir de 2014. Prácticas que se han convertido en habituales. IPYS registró en 2019 880 bloqueos de páginas informativas en Venezuela, 68% ejecutados por la estatal Cantv.

 

La acción coordinada del gobierno

En 2019, la Universidad de Oxford publicó el informe Orden Mundial de la Desinformación. Inventario Global 2019 de la Manipulación Organizada en Redes Sociales, en el cual se detalla que Venezuela es uno de los países en los cuales se ha detectado acción organizada desde el poder gubernamental para desinformar. El documento revela que los equipos que llevan adelante estas actividades (ciber-tropas o tropas cibernéticas) están compuestos por múltiples brigadas de 500 personas con entrenamiento en redes sociales.

La Universidad de Oxford realizó un monitoreo de la manipulación en redes sociales por parte de gobiernos y partidos políticos en todo el mundo durante tres años; y recolectó evidencia de campañas de manipulación en las redes sociales en 70 países. En el caso venezolano, confirma que ente las estrategias aplicadas está la creación de desinformación o contenido manipulado, como en China o Vietnam, empleando a grandes grupos de personas contratadas por el Estado que modelan la opinión pública y supervisan el discurso público a través de los distintos canales online.

Un reportaje publicado por TalCual y Runrun.es afirma que la acentuada desproporción de los mensajes del chavismo con respecto a la oposición en las redes en Venezuela es corroborada por estudios que se encargan de rastrear esas cuentas de Twitter llamadas bots, que son programadas para replicar o ampliar mensajes difamatorios. En una relación de 97 a 3, entre el primero y el 15 de agosto de 2019, se detectaron 226.013 tuits generados por el Ministerio de Comunicación e Información (Minci) frente a 5.089 de la oposición, revela una medición de Probox, un observatorio creado por investigadores venezolanos para el monitoreo y análisis de la actividad digital destinado a combatir la desinformación en la red.

En Venezuela, además, alrededor de 70% de la población confía en la social media y aplicaciones de mensajería para obtener información sobre la política nacional, según datos de una encuesta realizada por More Consulting en mayo de 2017. De allí que el oficialismo en Venezuela haya tomado las redes sociales como el campo perfecto para desinformar, según opina Iria Puyosa, investigadora y consultora en comunicación política, citada por TalCual y Runrun.es.

Luiza Bandeira, asistente de Investigación para América Latina del Laboratorio de Investigación Forense Digital (DFRLab, por sus siglas en inglés), una división del think tank Atlantic Council con sede en Washington, dijo en ese reportaje periodístico que Venezuela es el primer país en la región en utilizar estrategias avanzadas para desinformar y posicionar sus mensajes dentro de las redes sociales. 

 

Una respuesta a la desinformación

La plataforma Espaja.com, un proyecto de periodismo de verificación de datos y factchecking creada por Transparencia Venezuela con apoyo de la Unión Europea, ha procesado desde su lanzamiento el 15 de octubre de 2019 más de un centenar de afirmaciones públicas. De ellas, poco más del 10% han podido ser confirmadas como verdaderas.

Durante el mensaje anual de Nicolás Maduro, al presentar la Memoria y Cuenta de su gobierno ante la Asamblea Nacional Constituyente, se verificaron una treintena de afirmaciones dichas por el gobernante. Tan solo una resultó verdadera.

Un método recurrente utilizado por representantes del oficialismo en Venezuela es brindar elementos no verificables. Por ejemplo, Maduro dijo ese 14 de enero de 2020 que la producción petrolera había presentado "una recuperación desde el cierre del mes de septiembre hasta nuestros días de más de 230 mil barriles adicionales". Pero no dijo cuánto era el número inicial y el final luego de la supuesta variación.

Espaja.com registró en sus primeros tres meses de actividad 112 registros de informaciones potencialmente falsas, principalmente solicitadas por las audiencias -diariamente se reciben decenas de solicitudes directas, muchas redundantes-, y de las cuales solo el 30% resultaron verdaderas. La mayoría se trató de comentarios difundidos por plataformas de mensajería como Whatsapp.

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